Capítulo 2
Los días pasaban y dentro de poco Sara iba a tener que iniciar su viaje, muy largo y peligroso, pero iba a merecer la pena con tal de salvar el mundo. París estaba peor que nunca, las pocas plantas que quedaban, estaban al borde de la muerte y prácticamente no había rastro de ningún animal.
- Chicos -dijo Sara- ¿Cómo voy a viajar sin un vehículo?
- Yo iré a por un transporte -contestó Spectre- Anoche, uno de Los Pikoletos que saqueaba se torció un tobillo y decidí seguirlo. Hay una pequeña base detrás de un antiguo banco, tienen sus materiales en una enorme caja fuerte. En la marina me enseñaron a abrir cajas fuertes, seguro que tienen alguna moto.
- Vale , pero lleva cuidado -dijo Mar preocupada.
Esa misma noche, Spectre salió del refugio y se dirigió a la base. Una vez allí observó la estancia por si acaso tenía cámaras de vigilancia. Por fortuna, no las había. En cuanto entró, una fuerte alarma sonó por todas partes, había cruzado un rayo láser.
- Vaya por dios -pensó.
Spectre se escondió detrás de una columna y encontró un conducto de ventilación. No lo pensó dos veces y se puso a reptar por los estrechos conductos, parecía un gusano bajo tierra. Al fin, llegó a la caja fuerte y eligió la primera moto que vió. La rellenó con el combustible robado de Los Pikoletos. Pero había un problema, ya no podía ir por los conductos, tenía que ir por el camino principal.
- Quien no arriesga no gana -dijo para sí mismo.
Se asomó con cautela, vió que el pasillo estaba vacío y tampoco se escuchaban voces, Los Pikoletos se habían ido dormir, así que se subió en la moto y atravesó el edificio entero. Quince minutos más tarde, llegó al refugio. Sara y Mar se habían quedado dormidas esperándole. Spectre les puso una manta y se fue a dormir, mañana ayudaría a Sara con su viaje.
Al día siguiente, Mar le estaba preparando la mochila a Sara con todo lo necesario, mientras Spectre le enseñaba a defenderse. Pasaron los días hasta que llegó el momento, Sara se subió a la moto y se preparó para marcharse.
-Suerte Sara, lo conseguirás -dijo Mar.
- Vuelve pronto -dijo Spectre.
- No sé… -contestó Sara- ¿Y si no lo consigo?
- Estamos seguros de que lo harás -dijeron Mar y Spectre al unísono.
Sara se montó en la moto y arrancó, se despidió de sus amigos y se puso en camino con una sonrisa en su rostro. Según los cálculos de Mar, a la distancia que estaban de Rusia, Sara tardaría dos semanas en completar su viaje.
Ya en la carretera, Sara notó un pinchazo en la rueda trasera, paró para ver qué era. Desgraciadamente, más que un leve pinchazo se trataba de un boquete. No muy lejos de allí, había una pequeña aldea aparentemente abandonada. Sara buscó en las casas para buscar recursos, pero no vio nada útil. Desesperada, cogió una piedra y la lanzó a la ventana de una casa, rompiendo en añicos los cristales. Por sorpresa, una mujer salió para ver qué había ocurrido:
- ¡Mi ventana! -exclamó la mujer.
- Discúlpeme -dijo Sara- Acabo de sufrir un pinchazo y he venido aquí para encontrarle remedio y no hay nada. Para liberar mi furia había lanzado una piedra y accidentalmente he roto su ventana, pero no me imaginaba que en este lugar tan pobre viviese alguien.
- Por supuesto que aquí vivimos personas, pero no en la superficie -contestó la mujer- Verás, somos una banda rebelde que se oculta en los suelos de nuestros antiguos hogares, Los Pikoletos acabaron con todo cuanto teníamos.
- Lo siento muchísimo -dijo Sara- Mi nombre es Sara, yo también soy una rebelde y mi actual misión es ir a ver a una científica muy conocida para obtener información que nos pueda ayudar a recuperar nuestro hogar.
- ¡Oh, vaya! -dijo la mujer, con lágrimas de alegría en su rostro- ¡Eres nuestra salvación! Ven, te daré algo para la rueda.
La mujer buscó en varias cajas hasta encontrar lo necesario (en ese pueblo guardaban de todo por si las moscas). Sara cogió lo que le ofrecía la mujer, sin pensarlo. Le fue de gran utilidad. Después de reparar el pinchazo continuó con su tarea. Pasaron las horas y llegó la noche, un horrible frío recorrió el cuerpo de Sara, pálido como fantasma y delgado como vagabundo que recorre las calles de la ciudad pidiendo limosna. Sara encontró un árbol hueco en el que se refugió, no era una casa maravillosa, pero no había nada mejor para pasar la noche.
A la mañana siguiente, todo se veía más alegre por la luz, los animales se habían acercado a ver el cuerpo dormido de Sara, cuando esta se despertó de repente, espantando a los pobres habitantes del árbol. La luz cegaba sus ojos y le dolía todo el cuerpo, pero pudo acostumbrarse y recorrió el árbol con la mirada, cuando se fijó en una puerta metálica que había en una esquina.
- ¿Cómo? Anoche no estaba -pensó Sara
Se acercó con curiosidad a ver qué había dentro, bajó por una escalera de metal y llegó a una estancia bastante inusual, había muchísimos suministros de comida, armas, medicinas, generadores de energía...
- Con esto se podría alimentar a un pueblo entero - se dijo para si Sara.
Después de recoger algunas cosas que ella podía necesitar, avisó a los habitantes de un pequeño pueblo que estaba no muy lejos de allí y entre todos trasladaron el resto de provisiones. Luego, siguió con su viaje.
Los días pasaban y a Sara le podía la desesperación, iba a ser muy difícil llegar hasta allí, miles de pensamientos agolpaban en su cabeza: ¿Y si no estaba ahí? ¿Y si Lina se había marchado? ¿O muerto?
- ¡Basta ya, Sara! - pensó- Jamás debes hacer preguntas de "y si", te atormentan a ti y a cualquiera.
El Sol se ocultaba cuando Sara vio un cartel que ponía "está entrando en Kaliningrado" lo que significaba que no tardaría en llegar. Sara se adentró en la ciudad y contempló todo el paisaje destruido. De repente, vio a un joven desorientado y bastante desnutrido, Sara se acercó a socorrerlo:
- Hola ¿Te encuentras bien?
- ¡Por favor no me haga daño! -dijo el chico.
- Hey, no te preocupes -dijo Sara- estoy aquí para ayudarte. Toma, come algo.
- Gra... Gracias -dijo el chico mientras devoraba un sandwich
- Soy Sara ¿Qué haces aquí?
- Me llamo Nico, soy miembro de una banda rebelde y he venido aquí a buscar a Lina Cherichev, una prestigiosa científica para que nos ayude a mi y a mi banda a salvar el planeta.
- ¿Sabes? -dijo Sara- me encontré con ellos hace unos días, yo también he venido para eso, ven, sube a la moto.
- ¿De verdad? ¡Que bien! -dijo Nico
Llegaron a un edificio muy bien conservado y entraron a una sala donde vieron a Lina trabajando:
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- Buenos días.
- Buenos días, señorita.
- ¿Cómo estás?
- Muy bien, gracias.
- ¿Qué piensas del estado del planeta?
- Pienso que está al borde del desastre.
- ¿Te acuerdas de unas energías que había allá por el 2017?
- Sí, nosotros utilizamos la energía solar, eólica, magnética e hidráulica, entre otras,
- ¿Cuáles eran sus propiedades?
- La energía solar era la que obteníamos gracias al Sol, sostenible y no contaminante. La energía eólica era la que obteníamos gracias al viento, muy buena y ecológica. La energía magnética era la consecuencia de las corrientes eléctricas producidas en la Tierra. La energía hidráulica se obtenía gracias a los movimientos del agua.
- ¿De esas, cuáles se podrían recuperar?
- Todas, sólo necesitamos conseguir la fuente de cada una de ellas y ponerla en funcionamiento.
- ¿Ha tenido algún percance con el aire?
- Muchos, por eso ha inventado un tipo de aire.
- ¡Oh! ¿Y cuál es?
- Dióxido de oxígeno.
- ¿Cuál es su composición química?
- La composición química del dióxido de oxígeno es CO4.
- ¿Qué tiene pensado hacer con este gas?
- Expulsarlo a la atmósfera.
- ¿Cómo conseguiste hacer el gas?
- Mezclé 4 átomos de oxígeno con 1 átomo de carbono.
- ¿Qué va a hacer este gas?
- Inicialmente, este gas va a ocupar el lugar de la capa de ozono y será su sustituto durante varios años. La ventaja de este gas es que favorece el crecimiento de los árboles y se puede utilizar como sustituto de oxígeno. Es una buena alternativa si no podéis recuperar la capa de ozono.
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Después de otra semana de viaje, Sara dejó a Nico en aquel extraño pueblo y llegó a su "hogar" donde la recibieron con los brazos abiertos. Sara les explicó todo hasta el detalle más irrelevante, mientras Spectre y Mar la escuchaban completamente fascinados.
- ¿Y como os ha ido a vosotros? -preguntó Sara- ¿Alguna novedad?
- Nada nuevo, el fin del mundo se acerca -dijo Mar, apenada
- ¡No, me niego! -gritó Spectre
- Calma Spectre -contestó Sara- nos hace falta un plan, pero yo necesito mi cama. No puedo moverme.
- Está bien -dijo Mar- descansa y mañana hablamos.
- Chicos -dijo Sara- ¿Cómo voy a viajar sin un vehículo?
- Yo iré a por un transporte -contestó Spectre- Anoche, uno de Los Pikoletos que saqueaba se torció un tobillo y decidí seguirlo. Hay una pequeña base detrás de un antiguo banco, tienen sus materiales en una enorme caja fuerte. En la marina me enseñaron a abrir cajas fuertes, seguro que tienen alguna moto.
- Vale , pero lleva cuidado -dijo Mar preocupada.
Esa misma noche, Spectre salió del refugio y se dirigió a la base. Una vez allí observó la estancia por si acaso tenía cámaras de vigilancia. Por fortuna, no las había. En cuanto entró, una fuerte alarma sonó por todas partes, había cruzado un rayo láser.
- Vaya por dios -pensó.
Spectre se escondió detrás de una columna y encontró un conducto de ventilación. No lo pensó dos veces y se puso a reptar por los estrechos conductos, parecía un gusano bajo tierra. Al fin, llegó a la caja fuerte y eligió la primera moto que vió. La rellenó con el combustible robado de Los Pikoletos. Pero había un problema, ya no podía ir por los conductos, tenía que ir por el camino principal.
- Quien no arriesga no gana -dijo para sí mismo.
Se asomó con cautela, vió que el pasillo estaba vacío y tampoco se escuchaban voces, Los Pikoletos se habían ido dormir, así que se subió en la moto y atravesó el edificio entero. Quince minutos más tarde, llegó al refugio. Sara y Mar se habían quedado dormidas esperándole. Spectre les puso una manta y se fue a dormir, mañana ayudaría a Sara con su viaje.
Al día siguiente, Mar le estaba preparando la mochila a Sara con todo lo necesario, mientras Spectre le enseñaba a defenderse. Pasaron los días hasta que llegó el momento, Sara se subió a la moto y se preparó para marcharse.
-Suerte Sara, lo conseguirás -dijo Mar.
- Vuelve pronto -dijo Spectre.
- No sé… -contestó Sara- ¿Y si no lo consigo?
- Estamos seguros de que lo harás -dijeron Mar y Spectre al unísono.
Sara se montó en la moto y arrancó, se despidió de sus amigos y se puso en camino con una sonrisa en su rostro. Según los cálculos de Mar, a la distancia que estaban de Rusia, Sara tardaría dos semanas en completar su viaje.
Ya en la carretera, Sara notó un pinchazo en la rueda trasera, paró para ver qué era. Desgraciadamente, más que un leve pinchazo se trataba de un boquete. No muy lejos de allí, había una pequeña aldea aparentemente abandonada. Sara buscó en las casas para buscar recursos, pero no vio nada útil. Desesperada, cogió una piedra y la lanzó a la ventana de una casa, rompiendo en añicos los cristales. Por sorpresa, una mujer salió para ver qué había ocurrido:
- ¡Mi ventana! -exclamó la mujer.
- Discúlpeme -dijo Sara- Acabo de sufrir un pinchazo y he venido aquí para encontrarle remedio y no hay nada. Para liberar mi furia había lanzado una piedra y accidentalmente he roto su ventana, pero no me imaginaba que en este lugar tan pobre viviese alguien.
- Por supuesto que aquí vivimos personas, pero no en la superficie -contestó la mujer- Verás, somos una banda rebelde que se oculta en los suelos de nuestros antiguos hogares, Los Pikoletos acabaron con todo cuanto teníamos.
- Lo siento muchísimo -dijo Sara- Mi nombre es Sara, yo también soy una rebelde y mi actual misión es ir a ver a una científica muy conocida para obtener información que nos pueda ayudar a recuperar nuestro hogar.
- ¡Oh, vaya! -dijo la mujer, con lágrimas de alegría en su rostro- ¡Eres nuestra salvación! Ven, te daré algo para la rueda.
La mujer buscó en varias cajas hasta encontrar lo necesario (en ese pueblo guardaban de todo por si las moscas). Sara cogió lo que le ofrecía la mujer, sin pensarlo. Le fue de gran utilidad. Después de reparar el pinchazo continuó con su tarea. Pasaron las horas y llegó la noche, un horrible frío recorrió el cuerpo de Sara, pálido como fantasma y delgado como vagabundo que recorre las calles de la ciudad pidiendo limosna. Sara encontró un árbol hueco en el que se refugió, no era una casa maravillosa, pero no había nada mejor para pasar la noche.
A la mañana siguiente, todo se veía más alegre por la luz, los animales se habían acercado a ver el cuerpo dormido de Sara, cuando esta se despertó de repente, espantando a los pobres habitantes del árbol. La luz cegaba sus ojos y le dolía todo el cuerpo, pero pudo acostumbrarse y recorrió el árbol con la mirada, cuando se fijó en una puerta metálica que había en una esquina.
- ¿Cómo? Anoche no estaba -pensó Sara
Se acercó con curiosidad a ver qué había dentro, bajó por una escalera de metal y llegó a una estancia bastante inusual, había muchísimos suministros de comida, armas, medicinas, generadores de energía...
- Con esto se podría alimentar a un pueblo entero - se dijo para si Sara.
Después de recoger algunas cosas que ella podía necesitar, avisó a los habitantes de un pequeño pueblo que estaba no muy lejos de allí y entre todos trasladaron el resto de provisiones. Luego, siguió con su viaje.
Los días pasaban y a Sara le podía la desesperación, iba a ser muy difícil llegar hasta allí, miles de pensamientos agolpaban en su cabeza: ¿Y si no estaba ahí? ¿Y si Lina se había marchado? ¿O muerto?
- ¡Basta ya, Sara! - pensó- Jamás debes hacer preguntas de "y si", te atormentan a ti y a cualquiera.
El Sol se ocultaba cuando Sara vio un cartel que ponía "está entrando en Kaliningrado" lo que significaba que no tardaría en llegar. Sara se adentró en la ciudad y contempló todo el paisaje destruido. De repente, vio a un joven desorientado y bastante desnutrido, Sara se acercó a socorrerlo:
- Hola ¿Te encuentras bien?
- ¡Por favor no me haga daño! -dijo el chico.
- Hey, no te preocupes -dijo Sara- estoy aquí para ayudarte. Toma, come algo.
- Gra... Gracias -dijo el chico mientras devoraba un sandwich
- Soy Sara ¿Qué haces aquí?
- Me llamo Nico, soy miembro de una banda rebelde y he venido aquí a buscar a Lina Cherichev, una prestigiosa científica para que nos ayude a mi y a mi banda a salvar el planeta.
- ¿Sabes? -dijo Sara- me encontré con ellos hace unos días, yo también he venido para eso, ven, sube a la moto.
- ¿De verdad? ¡Que bien! -dijo Nico
Llegaron a un edificio muy bien conservado y entraron a una sala donde vieron a Lina trabajando:
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- Buenos días.
- Buenos días, señorita.
- ¿Cómo estás?
- Muy bien, gracias.
- ¿Qué piensas del estado del planeta?
- Pienso que está al borde del desastre.
- ¿Te acuerdas de unas energías que había allá por el 2017?
- Sí, nosotros utilizamos la energía solar, eólica, magnética e hidráulica, entre otras,
- ¿Cuáles eran sus propiedades?
- La energía solar era la que obteníamos gracias al Sol, sostenible y no contaminante. La energía eólica era la que obteníamos gracias al viento, muy buena y ecológica. La energía magnética era la consecuencia de las corrientes eléctricas producidas en la Tierra. La energía hidráulica se obtenía gracias a los movimientos del agua.
- ¿De esas, cuáles se podrían recuperar?
- Todas, sólo necesitamos conseguir la fuente de cada una de ellas y ponerla en funcionamiento.
- ¿Ha tenido algún percance con el aire?
- Muchos, por eso ha inventado un tipo de aire.
- ¡Oh! ¿Y cuál es?
- Dióxido de oxígeno.
- ¿Cuál es su composición química?
- La composición química del dióxido de oxígeno es CO4.
- ¿Qué tiene pensado hacer con este gas?
- Expulsarlo a la atmósfera.
- ¿Cómo conseguiste hacer el gas?
- Mezclé 4 átomos de oxígeno con 1 átomo de carbono.
- ¿Qué va a hacer este gas?
- Inicialmente, este gas va a ocupar el lugar de la capa de ozono y será su sustituto durante varios años. La ventaja de este gas es que favorece el crecimiento de los árboles y se puede utilizar como sustituto de oxígeno. Es una buena alternativa si no podéis recuperar la capa de ozono.
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Después de otra semana de viaje, Sara dejó a Nico en aquel extraño pueblo y llegó a su "hogar" donde la recibieron con los brazos abiertos. Sara les explicó todo hasta el detalle más irrelevante, mientras Spectre y Mar la escuchaban completamente fascinados.
- ¿Y como os ha ido a vosotros? -preguntó Sara- ¿Alguna novedad?
- Nada nuevo, el fin del mundo se acerca -dijo Mar, apenada
- ¡No, me niego! -gritó Spectre
- Calma Spectre -contestó Sara- nos hace falta un plan, pero yo necesito mi cama. No puedo moverme.
- Está bien -dijo Mar- descansa y mañana hablamos.